Los padres ejercen un rol preventivo con sus hijos, o sea, actúan antes de que aparezca el problema, al:
Fomentar la imagen personal positiva: Si el niño se siente valorado y amado por sus padres y recibe de ellos mensajes de valoración, se sentirá seguro de sí mismo. Para eso es importante:
Reconocer que cada hijo es único; aprender a conocerlo y aceptarlo tal como es.
Asegurarse que se siente querido y demostrarle cariño permanente a través del contacto físico y verbal.
Confiar en él y demostrárselo.
Estar disponible para escucharlo y compartir pequeños momentos.
Respetar su privacidad.
Ayudarle a que tenga éxito en las cosas que emprende y a enfrentar fracasos y errores.
Ayudarles a madurar:
Promover la toma de decisiones responsable.
Darles tareas y responsabilidades, no hacer las cosas en lugar de ellos.
Promover la autonomía, manteniendo el cariño y los límites.
Tener una actitud abierta, flexible y de apoyo frente a los cambios de la edad.
Enseñarles autocontrol:
Los padres pueden ayudar a sus hijos a manejar y expresar adecuadamente sus emociones (pena, ansiedad, rabia, frustración, etc.) siendo modelo y ejemplo de conducta: frente a situaciones problemáticas o conflictos, no perdiendo el control, mostrando serenidad, reflexionando, buscando alternativas de expresión.
Establecer límites y normas claras y respetarlas:
Las normas y límites son importantes porque estructuran a los hijos, les ayudan a tener las cosas más claras, a saber lo que hay que hacer y lo que no. Esto le da seguridad. Por esto los limites se van adecuando a la etapa de desarrollo de los hijos, de menor a mayor autonomía.
Fomentar la comunicación al interior de la familia:
Respetar sus opiniones.
Corregir sin descalificar, ridiculizar, sermonear o comparar.
Ser leal.
Reconocer nuestros errores.
Expresarle nuestros sentimientos.
Buscar conciliar sus necesidades con las nuestras.
Promover un clima de creatividad y humor.
Aceptar rebeldía y críticas como parte del proceso de desarrollo.
Promover el uso del tiempo libre en familia.
El problema de la droga no se da sólo en individuos reconocidos previamente como conflictivos y problemáticos; cualquier persona puede iniciarse en el consumo de drogas si es que se conjugan determinadas circunstancias y factores. Por ejemplo, la adolescencia se describe como una etapa de riesgo y de mayor vulnerabilidad al consumo de drogas por los cambios físicos, emocionales, intelectuales y las presiones sociales.
Todos estos muchas veces son vivenciados por él con inseguridad, tensión, problemas de relación, incertidumbre, rebeldía, depresión, lo que los puede llevar a consumir sustancias como una manera de manejar o superar dichas situaciones. Así la droga puede resultar funcional a la satisfacción de las necesidades propias de esta etapa de desarrollo.
Las familias cuyos miembros tienen menor riesgo de consumo de drogas se caracterizan por:
Los miembros de la familia se sienten libres de hablar de sus sentimientos.
Todos los sentimientos son aceptados
Las personas importan más que las cosas.
Se puede discutir de cualquier tema.
Las diferencias individuales son aceptadas.
Cada miembro es responsable de sus actos.
Se respetan las opciones de cada persona de la familia.
Los roles son flexibles pero claros.
Existe una atmósfera relajada, con sentido del humor y alegría.
Se alienta el crecimiento físico y psicológico.
Todos se sienten queridos.
Hay espacio para la creatividad.
Las normas son explícitas.
El cariño se expresa abiertamente.
Fomentar la imagen personal positiva: Si el niño se siente valorado y amado por sus padres y recibe de ellos mensajes de valoración, se sentirá seguro de sí mismo. Para eso es importante:
Reconocer que cada hijo es único; aprender a conocerlo y aceptarlo tal como es.
Asegurarse que se siente querido y demostrarle cariño permanente a través del contacto físico y verbal.
Confiar en él y demostrárselo.
Estar disponible para escucharlo y compartir pequeños momentos.
Respetar su privacidad.
Ayudarle a que tenga éxito en las cosas que emprende y a enfrentar fracasos y errores.
Ayudarles a madurar:
Promover la toma de decisiones responsable.
Darles tareas y responsabilidades, no hacer las cosas en lugar de ellos.
Promover la autonomía, manteniendo el cariño y los límites.
Tener una actitud abierta, flexible y de apoyo frente a los cambios de la edad.
Enseñarles autocontrol:
Los padres pueden ayudar a sus hijos a manejar y expresar adecuadamente sus emociones (pena, ansiedad, rabia, frustración, etc.) siendo modelo y ejemplo de conducta: frente a situaciones problemáticas o conflictos, no perdiendo el control, mostrando serenidad, reflexionando, buscando alternativas de expresión.
Establecer límites y normas claras y respetarlas:
Las normas y límites son importantes porque estructuran a los hijos, les ayudan a tener las cosas más claras, a saber lo que hay que hacer y lo que no. Esto le da seguridad. Por esto los limites se van adecuando a la etapa de desarrollo de los hijos, de menor a mayor autonomía.
Fomentar la comunicación al interior de la familia:
Respetar sus opiniones.
Corregir sin descalificar, ridiculizar, sermonear o comparar.
Ser leal.
Reconocer nuestros errores.
Expresarle nuestros sentimientos.
Buscar conciliar sus necesidades con las nuestras.
Promover un clima de creatividad y humor.
Aceptar rebeldía y críticas como parte del proceso de desarrollo.
Promover el uso del tiempo libre en familia.
El problema de la droga no se da sólo en individuos reconocidos previamente como conflictivos y problemáticos; cualquier persona puede iniciarse en el consumo de drogas si es que se conjugan determinadas circunstancias y factores. Por ejemplo, la adolescencia se describe como una etapa de riesgo y de mayor vulnerabilidad al consumo de drogas por los cambios físicos, emocionales, intelectuales y las presiones sociales.
Todos estos muchas veces son vivenciados por él con inseguridad, tensión, problemas de relación, incertidumbre, rebeldía, depresión, lo que los puede llevar a consumir sustancias como una manera de manejar o superar dichas situaciones. Así la droga puede resultar funcional a la satisfacción de las necesidades propias de esta etapa de desarrollo.
Las familias cuyos miembros tienen menor riesgo de consumo de drogas se caracterizan por:
Los miembros de la familia se sienten libres de hablar de sus sentimientos.
Todos los sentimientos son aceptados
Las personas importan más que las cosas.
Se puede discutir de cualquier tema.
Las diferencias individuales son aceptadas.
Cada miembro es responsable de sus actos.
Se respetan las opciones de cada persona de la familia.
Los roles son flexibles pero claros.
Existe una atmósfera relajada, con sentido del humor y alegría.
Se alienta el crecimiento físico y psicológico.
Todos se sienten queridos.
Hay espacio para la creatividad.
Las normas son explícitas.
El cariño se expresa abiertamente.